Solo conozco a Javier Castillo una semana al año. Antes, no existe. Después, vuelve a desaparecer. Mi encuentro fugaz con sus libros se da durante la primera semana de agosto, la de las vacaciones familiares en la isla que mi madre haya decidido que nos toca visitar.
Me crucé con las primeras palabras de El cuco de cristal en 2023 en una hamaca de un hotel de Menorca. Ahí experimenté por primera vez las sensaciones de un amor de verano. El olor a nuevo, las páginas intactas sin un solo pliegue, saber que nadie había pasado su marcapáginas por él. Me volvía loca. Fuera, cuatro guiris arrugados flotaban en el agua, señoras hacían gestos de aquagym con churros de piscina y el sol me empezaba a dejar la piel como la de una gamba. Para entonces, yo me había pillado hasta de la manía de Castillo de que sus historias las contasen diferentes personajes. Así que, al acercarme a las últimas páginas de cada capítulo, se me aceleraba el corazón al saber que alguna pista lanzada sin querer-queriendo me iba a dejar pidiendo más. En ese momento, las quemaduras del sol sabían a gloria en comparación con el ardor de la intriga que dejaba Castillo. Mientras nos conocíamos, solo pensaba en él: qué secretos desvelaría, por dónde avanzaría la historia, cómo terminaría. Al cerrar la contraportada, todo era vacío, soledad, pérdida de conexión. Conocí El juego del alma en Ibiza, justo un año después, y también en una hamaca del hotel. Un deja vú. Pero fui de dura. Ya conocía sus entresijos, su forma de escribir, sus pistas confusas. Este no iba a jugar también conmigo. Pero me topé con un tipo con el doble de páginas y más intenso. Y otra vez ese olor, ese tacto, ese sol, esos guiris, esos churros de piscina.
Una vez podía ser casualidad, dos era el destino. Me empeñé en alargar nuestro encuentro y, cuando terminó esa semana, planeé mi cita con La chica de la nieve. No tuvo éxito. Ni yo estaba en una isla tumbada en una hamaca, ni Castillo estaba dispuesto a conquistarme. Nuestra conexión solo funciona dejando pasar el tiempo con la promesa de que al año siguiente nos reencontraremos.
Columna para la asignatura de Géneros periodísticos de autor de 4º de Periodismo de la Universidad de Navarra.

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