5 microrrelatos de escenas navideñas
Regalos
9:00h de la mañana. 25 de diciembre. El chico pega un salto desde la cama y grita. Cuando sale de su habitación, su hermano pequeño ya está bajando las escaleras. Corre. Le va a robar los suyos. Le saca dos años y es más rápido que él, así que consigue alcanzarle. Le adelanta por la derecha y llega a la meta. Delante suyo un árbol un poco más alto que él. Con bolas, espumillón y adornos. En lo alto, la estrella. A los pies, los regalos. Hay grandes, pequeños, blandos, duros. Todos rodeando el árbol y ordenados por tamaño. Diez minutos. Después, solo quedaban trocitos minúsculos de papel de regalo esparcidos por todos los rincones.
Nieve
Una niña de coletas rubias pega su frente en la ventana. Sus rodillas blancas se acomodan en el alféizar. Posa sus dedos largos y finos en el cristal. Está helado, los aparta rápido. Sus ojos azules atraviesan la ventana y los fija en las bolitas blancas que caen del cielo. Le encantaría sacar la mano y aplastarlas entre sus dedos. Van cayendo poco a poco sobre el árbol del jardín. A lo lejos le parece ver a un hombre gordo con barba blanca larga y traje rojo. ¿Será él de verdad? No, claro que no. Todo el mundo sabe que hasta el próximo 24 de diciembre no vuelve. Abre la boca y echa su aliento. Empaña el cristal y dibuja un corazón. Es el primer día que nieva desde que empezó la Navidad.
La última
10 sillas rodeando la mesa. De fondo suenan villancicos. Sobre el mantel al menos 15 platos. Langostinos, quesos, anchoas, foie, croquetas, canapés. Y ahí está. Al final de la mesa. Un plato donde solo sobrevive una. ¿Qué hace? Si se estira, no llega. ¿Se levanta y la coge? Ya hay varios ojos fijándose en la última superviviente. ¿Si pide que le pasen el plato? Anda que no le ha echado cara. El plato pasa de una mano a otra. Antes de cogerlo se chupan los dedos y dejan las marcas de sus huellas dactilares en él. Si fuese la escena de un crimen, sería imposible descubrir quién ha sido. Todos miran el plato cuando pasa por delante de su cara. Ojalá fuera para ellos. Pero cada vez está más cerca. Los nueve le miran. Ya está en sus manos. Coge esa última por un extremo bajo la atenta mirada de 18 ojos. Se hace el silencio, pero no se cohíbe. Con valor, abre la boca y se acerca la loncha. La mastica, poco a poco. Y el plato hace su camino de vuelta. Pasando de nuevo por todos y cada uno de los dedos grasos. Miradas de decepción. Pocos sabores superan al de la última loncha de jamón de las cenas de Navidad.

Un clásico
Acaba de terminar. Ya es el quinto día que se traga una película así. No se puede interrumpir, ni hacer comentarios, ni respirar un poco más fuerte de lo normal. Hay que enterarse bien de la trama. A él le parecen todas iguales. Nieve, gorros rojos puntiagudos, bufandas y villancicos. Su madre tiene un repertorio amplísimo. Modernas, antiguas, más largas, más cortas, en inglés, en español. Una familia que por fin se reúne para cenar. Un amargado que odia diciembre. Un romance en mitad de la nieve. Niños viviendo sus primeras fiestas. Un clásico de las tardes navideñas.
Pero
Entra en el salón y coge un libro. Se sienta y sube los pies al sofá. Sus padres le matarían por manchar la piel, pero es navidad. Su madre abre un cajón. Busca entre los cientos de discos que hay guardados y por fin lo encuentra. En el salón comienza a sonar “Noche de paz”. Los ratos de lectura en su casa siempre son en silencio absoluto, pero es navidad. Su padre entra por la puerta y echa leña en la chimenea. Aparece la primera chispa y, a los pocos minutos, ya empieza a dar calor. Llevaba 11 meses sin encenderse, pero es navidad. Su hermano entra en casa empapado. Sale agua a borbotones del paraguas, de las botas y de la chaqueta. Pronto se moja el suelo hasta llegar a la alfombra, pero es navidad. Al libro se le van acabando las páginas, el burrito sabanero ya ha ido al menos diez veces de camino a Belén y la Virgen se ha peinado otras diez con el peine de plata fina. En su cabeza se repiten sin parar. Ya no es capaz de distinguir un villancico de otro. Pero es navidad.


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