Madrid antes de las luces

Durante dos días, Gisela Asenjo, Cristina Aguilón y yo hicimos un viaje express a la capital en el que aprovechamos para visitar los lugares más emblemáticos de la ciudad

ANDREA MONTES FERNÁNDEZ (texto e imágenes). Pamplona.- Tras cinco horas de viaje Pamplona-Madrid, con paradita incluida en la pobladísima Soria, llegamos mis amigas (Gisela Asenjo y Cristina Aguilón) y yo a la capital a las 13:15h el sábado 23 de noviembre. Perdidas en el intercambiador de Avenida América, sin encontrar la salida y sin saber cómo llegar al hostal que teníamos reservado, comenzamos nuestro viaje express a Madrid. 

En un principio, ese fin de semana lo planeamos mes y medio antes a todo correr cuando compramos las entradas para el concierto de Funzo y Baby Loud en el Wizink Center. Pero, chica, nos hacía ilusión hacer turismo y ver el encendido de luces madrileño. Así que, lo alargamos un día más. Os podéis imaginar el chasco monumental que nos llevamos cuando nos enteramos de que las luces se encendían el 28 de noviembre. Solo cuatro días después de nuestra escapadita. Todo no podía salir bien.

Aquí llegó otro momento de confusión. Somos ya tan pamplonicas que nos referíamos al autobús como Villavesa y nadie nos entendía. Pero, por fin, descubrimos que teníamos que coger la línea C1 de autobús para ir al Hostal Día y Noche (42 euros la noche por persona) situado cerca de Atocha. Nada más llegar dejamos la maleta, comimos rápido unos bocadillos y, con la cámara encendida, nos preparamos para meternos en el papel de turistas. 

La primera visita fue al Parque de El Retiro con segundo chasco incluido. Queríamos ver el Palacio de Cristal, pero estaba en obras, así que nuestras mejores fotos fueron para unos patos que estaban chapoteando en el estanque. Pero, se nos pasó rápido el enfado y pusimos rumbo a la actividad que teníamos pensado hacer sí o sí: alquilar una barca en el Estanque Grande de El Retiro. El alquiler durante 45 minutos nos costó 8 euros entre las tres. ¿Lo mejor de todo? Cerraban las taquillas a las 17:15h y compramos la entrada a las 17:10h. Al ras. Habíamos estado acumulando suerte, al parecer. Cristina acabó empapada mientras Gisela intentaba demostrar su capacidad prácticamente nula para remar, pero las fotos quedaron preciosas. 

Durante el resto de la tarde, nos convertimos en auténticas guiris y fuimos de un lado a otro. La Puerta de Alcalá nos vio pasear como locas siguiendo al Google Maps y se convirtió en nuestro punto de referencia para movernos por la capital. Gran Vía presenció nuestra duda por qué número de lotería comprar y nuestra capacidad de entrar en todas sus tiendas. El simple hecho de estar en la Gran Vía de Madrid ya hacía que Zara fuese algo que admirar. Los Cines Callao nos vieron boquiabiertas cuando nos quedamos durante cinco minutos mirando lo increíble que era su fachada. De verdad, las fachadas de todos los edificios de Madrid son preciosas. Y la Puerta del Sol saltó con nosotras para tocar la cola de la estatua de El Oso y el Madroño. No sabemos exactamente cuál es la leyenda, pero la gente lo hace para tener suerte y nosotras no íbamos a ser menos. 

Puerta de Alcalá
Gran Vía
Cines Callao
El Oso y el Madroño

Por supuesto había que acabar el día con otro chasco. Nos volvimos locas para encontrar el Museo del Jamón para ir a cenar. Y lo acabamos encontrando. Había cruasanes rellenos de jamón, tortillas de patata (con cebolla siempre), platos de jamón ibérico, torrijas… De todo menos una mesa libre. Así que, sacamos una foto de la puerta y nos fuimos tal y como habíamos venido. Aunque suene vergonzoso, acabamos comiendo en el Goiko Grill y, encima, nos trajeron mal la hamburguesa. En este punto, espero que el oso y el madroño se estén guardando la suerte para el número de la lotería.

El domingo pasó rápido. Desayunamos porras y tostadas en la Cervecería El Portillo (10,5 euros por cuatro desayunos) ubicada en la Glorieta de Embajadores con otra amiga, Judith González, que estudia en Madrid. Así que, nos llevó directas a un sitio que, según ella, no nos podíamos perder: el mercadillo más importante de Madrid. Sinceramente, yo no tenía ni idea de cuál era y a Judith eso le pareció un crimen. “Tía, ¡El Rastro de Madrid!”. Y tenía razón, era enorme. Vendían desde joyería hasta ropa, discos, muebles, juguetes… De todo. Nos quedamos con ganas de comprar algo, pero tuvimos que salir corriendo al concierto que empezaba a las 13:00h. Ya, yo tampoco entiendo a quién se le ocurre poner un concierto a esa hora. Pero, bueno, Funzo y Baby Loud dieron su concierto de despedida con un repaso de sus mejores canciones. Duró casi dos horas en las que estuvimos gritando a todo pulmón la discografía de los hermanos alicantinos. 

Nuestras últimas horas en Madrid fueron para dar un par de vueltas más por sus calles y volver a admirar lo bonitas que eran sus fachadas. Aunque en Madrid aún no brillaban las luces navideñas, en el ambiente si se notaba que estaba llegando la Navidad. La gente iba con mil bolsas llenas de regalos, las tiendas ya estaban decoradas de rojo y verde y de fondo se escuchaban villancicos. Con nuestro conformismo por, al menos, haber llegado a ver Madrid en sus días previos a la Navidad, regresamos a las 19:30h a la estación de autobús que ya creíamos tener controlada. Cinco horas después, volvíamos a estar rodeadas de Villavesas, con un Zara algo más modesto que el de la capital y, espero, que con un poquito de suerte del oso y el madroño. 

Las fachadas más chulas que vimos en Madrid:


Y, vosotros, ¿qué sitios recomendáis de Madrid? Y, si habéis tocado al Oso y el Madroño, ¿os ha acabado dando suerte? ¡Os leo en comentarios!






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